sábado, 7 de marzo de 2015

CUARENTA MINUTOS


Esta mañana, que me he levantado temprano para ir a correr al Confital, no dejaba de darle vueltas a varios frentes que tengo abiertos. Hoy ha sido una carrera suave, sin mucho desnivel y tan sólo 10 kilómetros, que me los he conseguido sacar en poco más de una hora, una hora y cuatro minutos para ser exactos. A mí me cuesta muchísimo llegar a los cuarenta minutos, es decir, en los primeros cuarenta minutos mi cabeza no hace más que machacarme e intenta por todos los medios sacarme del camino. Pero una vez que llego a esos puñeteros cuarenta minutos mis zapatillas de trail empiezan a estremecerse, a desatarse. Siento como los cordones se desligan de su atadura y voy perdiendo lánguidamente las zapatillas. Los calcetines sudorosos se despegan de mi piel y terminan también en el sendero. Y entonces corro descalzo, lento pero sin parsimonia, como si fuera en una nube y me empiezo a relajar. Llegar a esa sensación es mágico, yo diría que hasta sobrenatural porque tu cabeza te da una tregua y comienzas a disfrutar de la carrera. Luego llegarán más monomanías y chifladuras a medida que pasan las horas, pero esa primera tregua es lo que te hace coger impulso y volar.

Este pseudo-relato venía a colación de un texto que leí de otra montechiflada, la correcaminos Irina Tejera, que hablaba de su nueva experiencia como vegetariana y decía cosas muy llamativas y constructivas. No sé si fue en el texto que escribió o en alguno de sus comentarios, pero aseveraba estar harta de escuchar reproches y la misma réplica de disco rayado una y otra vez: “eso son modas” a lo que Irina contestaba “ojalá todas las modas fueran así de saludables”. No se puede tener más razón. Con las maratones, tanto de asfalto como de montaña pasa lo mismo, no hay día que no escuche lo tan tendencioso que se ha vuelto y lo adicto que ha vuelto a la gente. Apropiándome de las palabras de mi amiga confieso lo mismo, ¡ojalá todas las modas fuera así de saludables! Ojalá haya propensión hacia estos temas y nos volvamos unos adictos al respeto hacia los demás, seres humanos y toda la biota del planeta, adictos al deporte y a la vida saludable, adictos al amor, a la libertad sin pretextos. Ojalá vivamos en un mundo cada vez menos antropizado, menos irreal.


Jordi Boldú. Las Palmas de Gran Canaria, 21 de febrero de 2015.