martes, 15 de noviembre de 2011

LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES


Gale es un zombi cualquiera;  resultón, treintañero y natural de Dakota, Minnesota. Se acaba de despertar y sigue tumbado en su maloliente y sucia cama de 1,60 por 2 metros. Abre el primer ojo y sin ninguna sorpresa descubre que ya es de día, muy de día. Nota como alguien le golpea el cráneo con un mazo de goma dura - es su autoestima. Su autoestima que pide a gritos un poquito de atención. El mazo rebota continuamente sobre su cabeza, rezumbando en sus adentros. La fatigosa autoestima de Gale le agarra por el brazo derecho – él está acostado bocabajo con los brazos y piernas completamente abiertos – e intenta arrastrarle hasta el borde de la cama para así hacerlo caer. Pero Gale lucha y se resiste, quiere creer que está más a salvo en la cama que fuera de ella.
Al cabo de mucho rato, Gale se sienta en la cama y despacito y con mucha calma abandona su cuarto. Lo primero que hace es encenderse un cigarrillo mientras se restriega la cabeza, que aún le duele. Y de repente la cafetera empieza a pitar, ahora es la responsabilidad quien le avisa.
Gale está aburrido, no sabe qué coño hacer, no tiene hambre, huele mal y no tiene ganas de ducharse, pero lo peor de todo es que afuera hace un día de cojones.

Jordi Boldú. 15 de noviembre de 2011.

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