Ese mundo real, que se mueve y continúa.
Una calle que se asemeja a un decorado virtual desde la ventana
y que parece echa a nuestra medida
dejando de ser nosotros parte de ella.
Esas vidas como si fueran parte de la nuestra
y cuando desaparecen de nuestro alcance, mueren.
Jordi Boldú. Arguineguín, 9 de diciembre de 2011.
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